Pero aquello que quizás, y digo
simplemente quizás, fue el objetivo principal en su momento fue poco a poco… o
tal vez desde la idea misma convirtiéndose en una obra que terminada se
disfruta dotada de una elevada significación simbólica. El elemento mítico y
maravilloso adquirió en La Flauta Mágica un gran relieve. Mozart diseña
el mundo de La Flauta Mágica representando
dos cuerpos celestes, el Sol y la Luna, los que gobiernan una realidad basada
en cuatro elementos: fuego, agua, tierra y aire. El proceso vivido por sus
personajes principales es el de la lucha entre el bien y el mal, la iniciación,
la búsqueda de la sabiduría y la luz interior. Para ello deberán pasar algunas
pruebas que les permitirán la introspección y el autoconocimiento.
Fue estrenada el 30 de setiembre
de 1791 bajo la dirección del propio Mozart. La Flauta Mágica sigue
siendo importante dentro del repertorio operístico estándar y aparece como la
número uno en la lista de las óperas más representadas en todo el mundo.
De acuerdo con los críticos del
mundo, el estatus como obra maestra de ésta ópera es incuestionable y
ciertamente único dentro del más reducido ámbito de la pequeña ópera para
teatro, donde no tiene comparación posible.
Comparto algunas fotos del escenario de la puesta en escena en Berlín el 28 de Diciembre.