La Puerta de Mileto, recordada en un artículo de una revista GEO:
“La “grecomanía” era tan grande que a los tesoros no helénicos les costó mantenerse al lado del celebrado Altar de Pérgamo. En mayo de 1908, Theodor Wiegand desembarcó en la Isla de los Museos con los fragmentos de la Puerta romana del Mercado de Mileto, empaquetados en 533 cajas. Estalló una discusión sobre el lugar donde exponer la puerta. El director general de los museos de Berlín, Wilhelm Bode, no quería tenerla en el Museo de Pérgamo y dijo que se dejara a la intemperie. Allí podía “pudrirse”, pues la arquitectura romana se consideraba de segunda categoría. La lucha entre“griegos” y “romanos” duró tres años hasta que el emperador terminó por tomar una decisión a favor de Wiegand. Hasta después de la Primera Guerra Mundial, entre 1926 y 1930, la puerta no fue montada en el nuevo Museo de Pérgamo. Fue reforzada con un esqueleto de hierro, integrado en las columnas de mármol y las vigas. Así, sobrevivió al impacto de las bombas de febrero de 1945.
El impacto visual y emocional que sentí frente a la Puerta de Mileto es indescriptible.